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domingo, 18 de abril de 2004

VIAJE A TÚNEZ Del 11 al 18 de abril de 2004

PARTICIPANTES: Inma y Felo y Pedro y Sonia
DÍAS: Del 11 al 18 de abril de 2004
HOTEL: Hoteles Diplomatic, Caravanserail, Sahara Douz, y dos más en Gabes y Soussa.
PROGRAMA VIAJE: Ruta OASIS Y JAZMINES, contratado con la mayorista IBEROJET,
TRANSPORTE: Air Tunise




DIARIO DE VIAJE 



Salimos el Domingo de Pascua por la manaña con dirección al pueblo de Barajas, donde haríamos noche, ya que el avión hacia Monastir, en Túnez, saldría al día siguiente a las 9 horas.  Un autobús nos recogió puntualmente en el Aeropuerto Internacional de Monastir, y nos llevaría a la capital Túnez. Desde allí cruzaríamos todo el país en dirección norte sur, recorriendo desde los verdes prados del norte en Douga, al árido sur en Douz. Tantos kilómetros de viaje nos llevarían por ciudades como Kairouan, famosa por su mezquita y por sus artesanales alfombras; Tozeur y Nefta, conocidas por sus palmerales, por sus dátiles; los oasis de montaña de Chebika, Tamerza y Mides; las grandes dunas que atravesamos en 4x4;  los poblados trogloditas excavados en la montaña de Matmata, donde George Lucas rodó parte de la saga de la Guerra de las Galaxias.

En Douz vivimos una experiencia inolvidable. Por la tarde nos adentrarnos en el desierto del Sahara subidos a un camello. A continuación cenamos en un poblado bereber a la luz de las teas, en una típica tienda nómada y  acompañados por ritmos tunecinos, pero todavía nos quedaba lo mejor. Finalizada la cena, nos fuimos hacia las dunas en medio de la estrellada noche, notando la fría y harinosa arena en los pies, y abrigándonos del incipiente y fresco nocturno del desierto.

Nuestra ruta continuaría hacía Sfax y Gabes, atravesando el árido y salino desierto de Chott el Jerid; una extensa zona salina en la que es posible contemplar verdaderos espejismos. Y de verdad que los vimos. En la antigua ciudad de venta de esclavos, Gabes, pudimos comprar por fin las típicas jaulas tunecinas que llevábamos tras ellas desde el primer día de viaje, y algún que otro recuerda más, claro está. Tras hacer noche, al día siguiente llegamos a la isla de Djerba, donde siempre nos acordaremos de nuestra búsqueda de cerveza fría, que por cierto, no encontramos. Soussa sería la última parada de nuestro viaje. Pueblecito costero muy bien conservado, me recordó a nuestra cercana Santa Pola, con su paseo marítimo o con su antiguo y amurallado ayuntamiento. Al día siguiente, rumbo a Monastir, de donde partiría nuestro avión rumbo a Madrid. Y de Madrid a Alicante con el coche cargado hasta los topes.


En el avión. Ya nos vamos para África. El coche lo dejamos en un parking de larga estancia del propio aeropuerto, que nos salió por unos 50€
Tomando unas copas en el hotel Diplomatic.
Nada más llegar a Monastir, un autobús nos llevaría al hotel Diplomatic de la capital en poco más de una hora. Un vez en el hotel, hicimos un lento check-in, dejamos las maletas y los cuatro nos fuimos sin dilación a conocer de primera mano la capital tunecina. A tomar el primer pulso a un país árabe que llevábamos tiempo con querer conocer. Recorrimos sus calles, un zoco y por supuesto, comenzamos a probar lo mejor de la bebida y gastronomía tunecina: bricks, cerveza celtía, etc. Sin embargo, a alguien no le sentó bien el hielo de la copa.

Ruinas de Douga
En Douga. Unas impresionantes ruinas romanas que se mantienen en un estado de conservación extraordinario, como el teatro, las termas, la basílica o el mismísimo foro. Pero sin duda, lo que más y mejor nos sorprendió sería su paisaje, el fresco y el verde, tan distinto al desértico sur.
Sidi Bou Said
  Sidi Bou Said. Un tranquilo y precioso pueblo marinero. Nuestras chicas en la escalinata de acceso al Café más famoso de la población más famosa de Túnez, de casas encaladas y puertas y ventanas pintadas de azul cobalto.


En Cartago, tal y como la dejaron los romanos. Poco queda ya de la ciudad, apenas vestigios de las antiguas termas y los cimientos de las más importantes construcciones.


Excursión en 4x4 por las dunas del desierto. Fue una experiencia inolvidable subir y bajar las inclinadas dunas subidos a un Toyota Land Cruiser. Quizá fue una turistada, pero una turistada totalmente recomendable, pues por unos instantes nos sentimos unos auténticos aventureros recorriendo altas dunas y atravesando secos arroyos.

En Kairouan
En Kairouan. 4ª ciudad sagrada del Islam. Esta ciudad se caracteriza por su producción artesanal de alfombras. Visitamos una fábrica, dónde nos mostraron las técnicas de ejecución y explicarón cómo se hacen. Creo que finalmente nadie compró ninguna, pues en España las teníamos, incluso más baratas. Lo que sí compramos fue unas vistosas y pequeñas alfombras de pasillo; algo parecido a los kilims turcos.

Hotel Caravanserail. Nefta


Hotel Caravanserail (fotos del hotel), fumando una cachimba. Cada noche, o después de cada comida, los cuatro nos reuníamos en una tetería que tenían el hotel junto a la piscina. Tés, cervezas y cachimbas nos ayudaban a terminar unas agotadoras jornadas que comenzaban pronto, muy pronto, sobre las 7 u 8 de la mañana.

En el Palmeral de Nefta con más de 250000 palmeras. Aquí probamos los dátiles deglet nour (los mejores), fumamos tabaco de jenjibre,  bebimos un dulce licor extraído del tronco de la palmera, y pasamos una jornada tranquila y relajada.

Ese día nos adentramos por nuestra cuenta en el gran palmeral, con el riesgo que pudiera haber tenido el habernos perdido. En la foto de arriba, estamos cobijados en una choza hecha con palmas secas y que servía de tetería y tienda. Por cierto: ese día ameneció nublado y nos llovió ¡en pleno desierto! Sin duda, fue un mágico momento adentrarnos en el palmeral, rodeados de verde y un penetrante aroma a huerta, a humedad, y luego refugiarnos en una arcaica y confortable cabaña de cañas y ramas de palmera.


Oasis de montaña. Chebika. Al fondo, Argelia. Los contrastes entre el azul del ciuelo, el ocre de las montañas y el verde del oasis resultan maravillosos.


En Douz. Desierto del Sahara. Gran Erg Oriental. Saber que por delante nos esperaba una extensión como España de arena, te hace sentirte insignificante, pequeño, nada, por lo que tu alma se relaja, te olvidas de todo, de los problemas. Te sientes un grano más de arena y te dejas llevar y disfrutar del momento, de la tranquilidad, la paz y el sosiego del desierto.

Lo mejor del viaje: la excursión en camello por el desierto. A todos nos sorprendería la paz y la tranquilidad que sentimos durante la excursión, aunque también nos sorprendieron las agujetas de montar a camello.


Nuestros amigos Pedro y Sonia, que también montaron a caballo. Delante de nosotros teníamos una extensión como España de grande, sólo de arena.


Fiesta bereber en el desierto. Esa noche cenamos en Jaimas la típica gastronomía tunecina, como el Cous-cous o la sopa chobra, e incluso nos recibieron a la entrada con ¡sangría!. Al finalizar, dimos una vuelta nocturana por las frías dunas del desierto, resultado ser una de las mejores experiencias vividas y sentidas en nuestro viaje por Tunez.


En el anfiteatro romano de El Djem. El segundo más grande del Imperio romano. Su visita es totalmente recomendable, ya que está perfectamente conservado. Algunas zonas como fosos, estancias e incluso parte de la gradería o escaleras, se pueden utilizar en la actualidad.
En la costera y mediterránea ciudad de Soussa.

Este día, el último en Túnez, lo dedicamos a recorrer la ciudad por nuestra cuenta, a callejear por el estrecho zoco, a comprar y degustar sus afamados dulces árabes, como la reconocida baklava. En la foto de arriba estamos en la entrada a la medina, donde entre otras cosas, compramos las cachimbas con inscripciones, supuestamente de plata, pero que resultaron ser, efectivamente, de plata, de papel de plata.
FIN DEL VIAJE. Regreso: Monastir-Madrid-Alicante
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