Recorriendo durante cuatro días el Nilo, de Luxor a Assuan, y tres más en El Cairo.
MOTONAVE: Pyramisa II
HOTEL: En el Cairo, Marriot Cairo
DIARIO DE VIAJE
Lunes 7 de mayo
Son las 7 de la mañana y estamos en el aeropuerto de Alicante donde cogeremos un vuelo a Madrid y de allí a eso de las 15:30 otro hacia Egipto, en concreto Luxor. Al final, el vuelo se retrasó una hora, así es que salimos a eso de las 16:30. Como veréis, nos pasamos casi todo el día en el aeropuerto donde tuvimos que comer y dedicarnos a mirar como despegaban los aviones.
Al final, salimos hacia Luxor desde Madrid a eso de las 16:30. Nos esperaba un vuelo de 4 horas y media en el que nos dieron de comer: carne con tomate y ensalada. Llegamos a las 9 de la noche pero como allí era una hora más, eran en realidad las 10 de la noche. Nada más bajar del avión vimos a soldados portando su Khalasnikov. Nos pasaron a una sala, digo sala porque aquello era un cuchitril con poca luz donde tendríamos que rellenar los documentos de entrada al país. Conforme íbamos entregando los papeles a los policías egipcios, estos los iban rompiendo hasta que al final nos dimos cuenta que lo querían rellenados en mayúsculas. Así lo hicimos y cuando pasamos el control de pasaportes y el detector de metales ...nos quitaron el boli...supongo que querrían montar una papelería. Bueno lo de los controles es una constante debido a que por motivos de seguridad has de pasar uno en cualquier sitio que visites. Al final se convertía en una rutina, pero entendemos que necesaria.
Al final, salimos hacia Luxor desde Madrid a eso de las 16:30. Nos esperaba un vuelo de 4 horas y media en el que nos dieron de comer: carne con tomate y ensalada. Llegamos a las 9 de la noche pero como allí era una hora más, eran en realidad las 10 de la noche. Nada más bajar del avión vimos a soldados portando su Khalasnikov. Nos pasaron a una sala, digo sala porque aquello era un cuchitril con poca luz donde tendríamos que rellenar los documentos de entrada al país. Conforme íbamos entregando los papeles a los policías egipcios, estos los iban rompiendo hasta que al final nos dimos cuenta que lo querían rellenados en mayúsculas. Así lo hicimos y cuando pasamos el control de pasaportes y el detector de metales ...nos quitaron el boli...supongo que querrían montar una papelería. Bueno lo de los controles es una constante debido a que por motivos de seguridad has de pasar uno en cualquier sitio que visites. Al final se convertía en una rutina, pero entendemos que necesaria.
Por fin salimos en dirección a nuestro barco. Serían las 11 de la noche y ya empezábamos a respirar ese ambiente mágico que rodea todo el país. Inma, mi mujer, precavida donde las haya, me dijo ¡dónde me has metido!...calles oscuras, la gente tirada en el suelo -práctica habitual de esa cultura- , lo poco que podíamos ver a través de la ventanilla del autobús eran huertas y palmeras. Del aeropuerto de Luxor hasta la ciudad no habrá más de 20 km con lo que llegamos sobre las 23:30. Nada más llegar, lo primero que vimos fue el magnífico templo de Luxor iluminado: INCREÍBLE. Nuestro sueño empezaba a hacerse realidad. Llegada al barco, el PYRAMISA II, atracado en el puerto. Dejamos las maletas y cenamos carne con tomate otra vez y una pequeña pizza que no estuvo mal, acompañada de salsa de yoghurt con pepino -habitual en todas las comidas. A continuación a dormir ya que el despertador nos sonaría ¡a las 4:30! -una constante en el viaje-, aunque antes de irnos a dormir nos subimos a la cubierta para ver el Nilo. Qué sensación: estábamos en el País de los Faraones.
Martes 8 de mayo
A las 4:30 nos suena el despertador. El sueño es compensado de sobra por la emoción de ese día: vamos a ver el Valle de los reyes y todos los templos y necrópolis del área de Luxor, la antigua Tebas.
Como siempre, somos los primeros en levantarnos y desayunar en el barco, café, leche, zumos y cómo no, los famosos dulces árabes: una delicia. A las 6 nos esperan para cruzar la orilla y dirigirnos a la zona de los Valles. Aún nos queda un poco de tiempo y decidimos subir a la cubierta a ver amanecer desde el Nilo. El autobús nos espera en la otra orilla y nos lleva a ver los Colosos de Menom y a continuación al templo de la Reina Hatshestup en Deir el Bahari. Aquí empezamos a ver a infinidad de niños y no tan niños pidiéndonos Bankish (no sé si se escribe así), osea propina, te piden propina por todo. En el Valle de las Reinas en el interior de una de las tumbas hay un feto momificado, el calor es insoportable, pues bien, había un señor que te pedía propina por el hecho de abanicarte, sí como lo oís.
Valle de los Reyes, de la Reinas, todo impresionante pero agotador y estresante ya que no te dejaban los guías hacer nada, todo iba muy rápido, no nos dejaban ni pararnos en los puestos que habían para comprar cualquier souvenir. Con las ganas que teníamos.
Posteriormente visita a los templos de Luxor y Karnak. Pasear por la sala Hipóstila de Karnak es indescriptible, tu imaginación se dispara y empiezas a pensar que hace tres mil años por donde yo pisaba andaba el Faraón y sus sacerdotes.
Luego visita al lago sagrado y el escarabajo de la suerte. Teníamos que dar siete vueltas para que así pudiésemos tener suerte.
Subida al autobús y a comer. Comimos en un hotel de la misma cadena del barco y la verdad es que no estaba mal, con muchas especias y picante. Del hotel fuimos en autobús a Esna, donde cogimos de nuevo el barco y empezamos la navegación hasta Edfú. El paisaje que se divisa desde la cubierta es espléndido. Te retrotrae a hace 400 años, ese ambiente rural, las casas de adobe, los egipcios pescando. No creo que esa visión cambiase mucho a la de hace 3000 años, incluso con el mismo calor. Llegada a Edfú, cena y de nuevo a la cubierta a ver el Nilo por la noche con mi mujer y con los amigos que hicimos en el viaje, Leo, Fátima, Salva y Elena, una agradable tertulia en la cubierta viendo el Nilo y a dormir que mañana nos toca madrugar de nuevo.
Como siempre, somos los primeros en levantarnos y desayunar en el barco, café, leche, zumos y cómo no, los famosos dulces árabes: una delicia. A las 6 nos esperan para cruzar la orilla y dirigirnos a la zona de los Valles. Aún nos queda un poco de tiempo y decidimos subir a la cubierta a ver amanecer desde el Nilo. El autobús nos espera en la otra orilla y nos lleva a ver los Colosos de Menom y a continuación al templo de la Reina Hatshestup en Deir el Bahari. Aquí empezamos a ver a infinidad de niños y no tan niños pidiéndonos Bankish (no sé si se escribe así), osea propina, te piden propina por todo. En el Valle de las Reinas en el interior de una de las tumbas hay un feto momificado, el calor es insoportable, pues bien, había un señor que te pedía propina por el hecho de abanicarte, sí como lo oís.
Valle de los Reyes, de la Reinas, todo impresionante pero agotador y estresante ya que no te dejaban los guías hacer nada, todo iba muy rápido, no nos dejaban ni pararnos en los puestos que habían para comprar cualquier souvenir. Con las ganas que teníamos.
Posteriormente visita a los templos de Luxor y Karnak. Pasear por la sala Hipóstila de Karnak es indescriptible, tu imaginación se dispara y empiezas a pensar que hace tres mil años por donde yo pisaba andaba el Faraón y sus sacerdotes.
Luego visita al lago sagrado y el escarabajo de la suerte. Teníamos que dar siete vueltas para que así pudiésemos tener suerte.
Subida al autobús y a comer. Comimos en un hotel de la misma cadena del barco y la verdad es que no estaba mal, con muchas especias y picante. Del hotel fuimos en autobús a Esna, donde cogimos de nuevo el barco y empezamos la navegación hasta Edfú. El paisaje que se divisa desde la cubierta es espléndido. Te retrotrae a hace 400 años, ese ambiente rural, las casas de adobe, los egipcios pescando. No creo que esa visión cambiase mucho a la de hace 3000 años, incluso con el mismo calor. Llegada a Edfú, cena y de nuevo a la cubierta a ver el Nilo por la noche con mi mujer y con los amigos que hicimos en el viaje, Leo, Fátima, Salva y Elena, una agradable tertulia en la cubierta viendo el Nilo y a dormir que mañana nos toca madrugar de nuevo.
Miércoles 9 de mayo
Como siempre somos los primeros en madrugar. Nos recogen unas calesas y nos dirigimos al templo mejor conservado de Egipto: Edfú, dedicado al Dios Horas. Precioso, espectacular, lleno de recoceos. La sensación del momento te inducía incluso a ver a los Sumos Sacerdotes portar la barca solar del Faraón en dirección a la Capilla del templo. Una vez que salimos del Templo, por fin pudimos parar unos minutos en el Zoco de Edfú y comprar algunas cosillas: figurillas de dioses, papiros, escarabeos etc. De vuelta al barco con el calor que hacía, vimos que en la recepción del barco estaban repartiendo unas toallitas mojadas para secarnos el sudor y limonada, ¡que bien! pensamos, al pedir una nos dimos cuenta que estaba mojada, sí pero de agua caliente y la limonada también. De aquí, rumbo a Kom-Ombo, templo dedicado al Dios cocodrilo: Sobek.
Comimos navegando, viendo el paisaje por la ventana del barco. Tras comer unos optaron por dormir un poco y nosotros por subir a la cubierta y disfrutar del Jacuzzi (mi mujer) y yo por las formidables vista del margen fértil del Nilo.
A media tarde llegamos a Kom-Ombo, donde se encuentran momificados varios cocodrilos. Tras estar un par de horas viendo el templo y todos sus recobecos (está grabado en el suelo algunos de los juegos con los que se divertían los egipcios, al igual que es interesante ver el oráculo donde iban los habitantes de los poblados de alrededor a preguntar por lo humano y lo divino así como descubrir grabado en la piedra, utensilios quirúrgicos que no distan en cuanto a forma de los actuales) nos acercamos al mercadillo que había al lado del templo a comprar alguna chilaba ya que por la noche teníamos ¡FIESTA!, sí tendríamos una fiesta árabe con comida autóctona incluida. Nos lo pasamos y comimos muy bien, todos vestidos con chilabas. La fiesta terminó tarde pero con algún contratiempo. Había un camarero algo listillo que siempre nos cobraba de más cuando íbamos a pagar las consumiciones que habíamos tomado en la discoteca del barco. Llegamos al final del crucero por el Nilo, a Assuán ya siendo de noche y atracamos frente al mausoleo del Agha-Kan. Mañana tendremos la ocasión de visitar uno de los enclaves más maravillosos de Egipto.
Comimos navegando, viendo el paisaje por la ventana del barco. Tras comer unos optaron por dormir un poco y nosotros por subir a la cubierta y disfrutar del Jacuzzi (mi mujer) y yo por las formidables vista del margen fértil del Nilo.
A media tarde llegamos a Kom-Ombo, donde se encuentran momificados varios cocodrilos. Tras estar un par de horas viendo el templo y todos sus recobecos (está grabado en el suelo algunos de los juegos con los que se divertían los egipcios, al igual que es interesante ver el oráculo donde iban los habitantes de los poblados de alrededor a preguntar por lo humano y lo divino así como descubrir grabado en la piedra, utensilios quirúrgicos que no distan en cuanto a forma de los actuales) nos acercamos al mercadillo que había al lado del templo a comprar alguna chilaba ya que por la noche teníamos ¡FIESTA!, sí tendríamos una fiesta árabe con comida autóctona incluida. Nos lo pasamos y comimos muy bien, todos vestidos con chilabas. La fiesta terminó tarde pero con algún contratiempo. Había un camarero algo listillo que siempre nos cobraba de más cuando íbamos a pagar las consumiciones que habíamos tomado en la discoteca del barco. Llegamos al final del crucero por el Nilo, a Assuán ya siendo de noche y atracamos frente al mausoleo del Agha-Kan. Mañana tendremos la ocasión de visitar uno de los enclaves más maravillosos de Egipto.
Jueves, 10 de mayo
Hoy se nos presenta un día agotador. Empezamos por visitar las canteras de granito, de donde sacaban ese material para hacer los obeliscos y demás construcciones. Allí se encuentra el famoso Obelisco inacabado. Por supuesto: hay que pagar por ver todo. A continuación nos dirigimos a ver la famosa presa de Assuán que al ser zona militar no se puede grabar en vídeo. De aquí en autobús fuimos a un embarcadero donde subimos a unos barquitos que nos llevaron a la Isla de Filae: dedicada a la diosa Isis. Este templo fue trasladado de su emplazamiento original al actual ya que corría peligro de desaparecer bajo las aguas con la construcción de la Gran Presa; quizás sea uno de los más bellos de Egipto.
Esta Isla es una preciosidad. En ella sólo está el templo y es precioso, incluso tuve la oportunidad de introducirme en un Nilómetro; sistema de pasillos y escaleras que medían la cantidad de agua que llevaba el río.
Esta Isla es una preciosidad. En ella sólo está el templo y es precioso, incluso tuve la oportunidad de introducirme en un Nilómetro; sistema de pasillos y escaleras que medían la cantidad de agua que llevaba el río.
Tras la visita al templo de Filae, nos llevaron a una joyería del gobierno. En Egipto, vale la pena comprar oro o plata ya que está más barato que en España. Nosotros decidimos no comprar nada aquí ya que esperábamos comprarlo en El Cairo porque estaba más barato. De todas formas los que compraron en esa "tienda oficial" se quedaron contentos ya que los precios eran muy buenos y lo que compraron era de gran calidad.
A la salida de la tienda, tres cuarto de lo mismo. Multitud de vendedores intentando que les comprásemos todo tipo de souvenirs de temática egipcia: cartuchos, papiros, separadores de hojas de papiro (compre unos 20), etc.
Comimos en el barco de nuevo: sopas, ensalada y pollo o carne. Comimos pronto porque por la tarde, a eso de las 4 vendría una Faluca para darnos un paseo por el Nilo. Tras dar un pequeño recorrido en ella por el río, pasamos a otra barquita a motor que nos llevo río arriba, hasta casi la mismísima presa, donde nos esperaban unos Camellos que nos llevarían a un poblado Nubio. En esta barca, llevada por Nubios, nos enseñaron algunas canciones y costumbres nubias. El trayecto hasta la orilla donde aguardaban los Camellos fue relajante: era una zona que no había nadie, apenas unos niños bañándose, el leve ruido de las aguas al pasar por la 1ª catarata, el desierto al borde del río en fin, hay que estar allí para poder disfrutarlo bien.
En camello fuimos al poblado Nubio donde tomamos té y carcadé (más que trayecto fue una odisea porque ¿sabéis cómo se levanta un camello?, si no te coges bien te caes), y los más osados como yo nos atrevimos con la Shisa; es decir con la pipa de agua. Tienes que estar acostumbrado a fumar en esas enormes pipas o si no te ahogas.
Terminada la excursión fuimos al barco, nos cambiamos y fuimos a dar una vuelta por el Zoco de Assuán. Aquí empezamos a darnos cuenta del peligro que suponía cruzar una calle; los coches no paran ni en los semáforos, el claxon de los coches es una constante así es que hay que armarse de valor y cruzar corriendo. Un vez en el Zoco, te trasladas a otra época, el olor de sus calles, sus colores, la ropa de sus gentes, el canto del Albaizín; todo es distinto y sorprendente. La verdad es que teníamos ganas de "ir de compras" con tiempo suficiente y sin que el guía te esté diciendo que subas rápido al autobús así es que estábamos deseosos de empezar a comprar. Toda una aventura ya que hay que regatear como no os lo podéis imaginar: sobre un precio que te diga tu tienes que empezar quitándole como mínimo el 40%, y a partir de aquí puedes empezar a regatear. Compramos algo de especias, las famosas figuritas de dioses y un largo sinfín de artículos de recuerdo y regalo para nuestra familia. Al anochecer, nos fuimos de nuevo al barco ya que esa noche teníamos otra fiesta en la cubierta del barco a base de comida egipcia (esta vez no teníamos que ponernos la Chilaba). Una vez más, fuimos los primeros de subir a la cubierta. Esa fotografía que teníamos ante nosotros era indescriptible: la ciudad a un lado, al otro el desierto, y empezaba a anochecer con lo cual aún había claridad. Nos tomamos una cerveza S´ha-aghui (muy fría) de la marca nacional: Stella -por cierto; muy buena, y parecida a las nuestras- en la barra charlando con los camareros que querían comprarme el móvil que llevaba.
La cena consistió en pinchos morunos, kebabs, patatas al horno y distintas carnes a la parrilla para terminar con un surtido de deliciosos postres. Terminada la cena fuimos a la discoteca a tomarnos una copa y a dormir ya que al día siguiente había gente que tendría que ir a Abú-Simbel (35.000 por persona) y levantarse a las 3 de la mañana. Nosotros nos quedaríamos en Assuán y visitaríamos de nuevo el Zoco.
A la salida de la tienda, tres cuarto de lo mismo. Multitud de vendedores intentando que les comprásemos todo tipo de souvenirs de temática egipcia: cartuchos, papiros, separadores de hojas de papiro (compre unos 20), etc.
Comimos en el barco de nuevo: sopas, ensalada y pollo o carne. Comimos pronto porque por la tarde, a eso de las 4 vendría una Faluca para darnos un paseo por el Nilo. Tras dar un pequeño recorrido en ella por el río, pasamos a otra barquita a motor que nos llevo río arriba, hasta casi la mismísima presa, donde nos esperaban unos Camellos que nos llevarían a un poblado Nubio. En esta barca, llevada por Nubios, nos enseñaron algunas canciones y costumbres nubias. El trayecto hasta la orilla donde aguardaban los Camellos fue relajante: era una zona que no había nadie, apenas unos niños bañándose, el leve ruido de las aguas al pasar por la 1ª catarata, el desierto al borde del río en fin, hay que estar allí para poder disfrutarlo bien.
En camello fuimos al poblado Nubio donde tomamos té y carcadé (más que trayecto fue una odisea porque ¿sabéis cómo se levanta un camello?, si no te coges bien te caes), y los más osados como yo nos atrevimos con la Shisa; es decir con la pipa de agua. Tienes que estar acostumbrado a fumar en esas enormes pipas o si no te ahogas.
Terminada la excursión fuimos al barco, nos cambiamos y fuimos a dar una vuelta por el Zoco de Assuán. Aquí empezamos a darnos cuenta del peligro que suponía cruzar una calle; los coches no paran ni en los semáforos, el claxon de los coches es una constante así es que hay que armarse de valor y cruzar corriendo. Un vez en el Zoco, te trasladas a otra época, el olor de sus calles, sus colores, la ropa de sus gentes, el canto del Albaizín; todo es distinto y sorprendente. La verdad es que teníamos ganas de "ir de compras" con tiempo suficiente y sin que el guía te esté diciendo que subas rápido al autobús así es que estábamos deseosos de empezar a comprar. Toda una aventura ya que hay que regatear como no os lo podéis imaginar: sobre un precio que te diga tu tienes que empezar quitándole como mínimo el 40%, y a partir de aquí puedes empezar a regatear. Compramos algo de especias, las famosas figuritas de dioses y un largo sinfín de artículos de recuerdo y regalo para nuestra familia. Al anochecer, nos fuimos de nuevo al barco ya que esa noche teníamos otra fiesta en la cubierta del barco a base de comida egipcia (esta vez no teníamos que ponernos la Chilaba). Una vez más, fuimos los primeros de subir a la cubierta. Esa fotografía que teníamos ante nosotros era indescriptible: la ciudad a un lado, al otro el desierto, y empezaba a anochecer con lo cual aún había claridad. Nos tomamos una cerveza S´ha-aghui (muy fría) de la marca nacional: Stella -por cierto; muy buena, y parecida a las nuestras- en la barra charlando con los camareros que querían comprarme el móvil que llevaba.
La cena consistió en pinchos morunos, kebabs, patatas al horno y distintas carnes a la parrilla para terminar con un surtido de deliciosos postres. Terminada la cena fuimos a la discoteca a tomarnos una copa y a dormir ya que al día siguiente había gente que tendría que ir a Abú-Simbel (35.000 por persona) y levantarse a las 3 de la mañana. Nosotros nos quedaríamos en Assuán y visitaríamos de nuevo el Zoco.
Viernes 11 de mayo
Hoy no nos despertamos tan tarde, sólo a eso de las 8. Muchos han optado por Abú-Sibel. A ver que nos cuentan. En el restaurante del barco hoy hay poca gente; los que no han ido a la excursión están durmiendo así que todo el desayuno para mi mujer y yo, ah! y a para nuestros amigos Leo y Fátima. Tras el desayuno, de nuevo al Zoco. Pasear por sus calles te transporta a otra época muy lejos de la nuestra, además pasear por cualquier parte de Egipto es muy seguro. Tienen a la Policía Turística que es un cuerpo policial preparado para proteger y ayudar en lo que necesite al turista. Siempre los verás por las calles y en los monumentos que visitéis.
Tras pasarnos toda la mañana en el Zoco, comimos y nos subimos a la cubierta hasta las 8 de la tarde que nos fuimos al aeropuerto de Assuán y cogimos un avión de la compañía MidWest en dirección a El Cairo. Es un aeropuerto coqueto pero muy bien cuidado. Salimos a eso de las 22:30 y llegamos al Cairo una hora más tarde. Total que entre pitos y flautas llegamos al hotel Marriot de El Cairo a las dos de la mañana y sin probar bocado, sólo unas galletas que llevábamos en la bolsa.
Tras pasarnos toda la mañana en el Zoco, comimos y nos subimos a la cubierta hasta las 8 de la tarde que nos fuimos al aeropuerto de Assuán y cogimos un avión de la compañía MidWest en dirección a El Cairo. Es un aeropuerto coqueto pero muy bien cuidado. Salimos a eso de las 22:30 y llegamos al Cairo una hora más tarde. Total que entre pitos y flautas llegamos al hotel Marriot de El Cairo a las dos de la mañana y sin probar bocado, sólo unas galletas que llevábamos en la bolsa.
El hotel era una maravilla aunque sus habitaciones dejaban un poco que desear. Era un antiguo palacio con lo que sus restaurantes (6 ó 7) y sus salones eran verdaderas obras de arte. Al final nos acostamos a eso de las 2:30 y eso que al día siguiente madrugaríamos de nuevo para ver las PIRÁMIDES.
Sábado, 12 de mayo
Inma, mi mujer, y yo dimos una vuelta por el hotel antes del desayuno y la verdad es que nos quedamos prendados de lo bonito y espectacular que era el hotel.
Tras coger fuerzas en el buffet-desayuno (qué maravilla), fuimos en autobús a la zona de GIZEH, barrio donde están las pirámides. Desde el hotel que está más o menos en el centro de la ciudad, se tardan unos 25 minutos en llegar ya que las pirámides están a las afueras, en la parte Oeste de la ciudad y claro, del río. Todas las tumbas, pirámides y templos funerarios se encuentran en la orilla oeste del Nilo, por qué: porque es por donde se pone el sol, el ocaso, el fin del día. Hasta llegar a las pirámides pudimos contemplar la ciudad: caótica, frenética, enorme (16 millones de almas viven aquí). Vimos infinidad de mezquitas de todo tipo y tamaño, pasamos por la ciudad de los muertos que no es más que un antiguo cementerio en el que viven los más pobres de entre los pobres (aproximadamente 4 millones). Al fin, a lo lejos y entre la polución de la ciudad y la bruma existente se divisaba a lo lejos y difuminadas las siluetas de la pirámides, ¡qué emoción!.
Al llegar y tras una breve explicación de Hassan (pronunciado Jasan, sin acentuar -an), nos dimos una vuelta por la de Keops, enorme, descomunal. Qué sensación el poder estar sobre la pirámide que tanto he visto en películas y documentales. Una de las cosas que me llamó la atención es que las tres pirámides están bastante alejadas, hasta el punto que, para ir de la de Keops hasta la de Mikerinos hay que ir en autobús.
En los alrededores de las pirámides de nuevo, infinidad de vendedores a los que al final les compramos unos turbantes que la verdad, nos vinieron muy bien. De la de Keops pasamos a la de Mikerinos a la que tuve la suerte de entrar sin mi mujer que le daba claustrofobia. Es la más pequeña de las tres y la entrada estaba a escasos 6 metros del suelo por donde a través de un pasillo descendente y no más de 1,60 de altura tenías que recorrer unos 100 metros hasta llegar a la cámara del Faraón que no tendría más de 30 metros cuadrados (la entrada me costó 10 Libras, unas 500 pts). Menos mal que la rampa tiene a mitad de trayecto una zona llana de unos dos metros de altura donde te puedes estirar. Prácticamente no hay nada dentro de las pirámides, ni pinturas ni grabados, si acaso se divisa mientras bajas, algún que otro pasadizo o cámara lateral y en la del Faraón tampoco había nada; ni el Sarcófago. La verdad que para los que tuvieran un poco de claustrofobia, no era muy recomendable que digamos; por el mismo pasillo que bajabas, la gente subía, con lo que la sensación de agobio era mayor.
Tras coger fuerzas en el buffet-desayuno (qué maravilla), fuimos en autobús a la zona de GIZEH, barrio donde están las pirámides. Desde el hotel que está más o menos en el centro de la ciudad, se tardan unos 25 minutos en llegar ya que las pirámides están a las afueras, en la parte Oeste de la ciudad y claro, del río. Todas las tumbas, pirámides y templos funerarios se encuentran en la orilla oeste del Nilo, por qué: porque es por donde se pone el sol, el ocaso, el fin del día. Hasta llegar a las pirámides pudimos contemplar la ciudad: caótica, frenética, enorme (16 millones de almas viven aquí). Vimos infinidad de mezquitas de todo tipo y tamaño, pasamos por la ciudad de los muertos que no es más que un antiguo cementerio en el que viven los más pobres de entre los pobres (aproximadamente 4 millones). Al fin, a lo lejos y entre la polución de la ciudad y la bruma existente se divisaba a lo lejos y difuminadas las siluetas de la pirámides, ¡qué emoción!.
Al llegar y tras una breve explicación de Hassan (pronunciado Jasan, sin acentuar -an), nos dimos una vuelta por la de Keops, enorme, descomunal. Qué sensación el poder estar sobre la pirámide que tanto he visto en películas y documentales. Una de las cosas que me llamó la atención es que las tres pirámides están bastante alejadas, hasta el punto que, para ir de la de Keops hasta la de Mikerinos hay que ir en autobús.
En los alrededores de las pirámides de nuevo, infinidad de vendedores a los que al final les compramos unos turbantes que la verdad, nos vinieron muy bien. De la de Keops pasamos a la de Mikerinos a la que tuve la suerte de entrar sin mi mujer que le daba claustrofobia. Es la más pequeña de las tres y la entrada estaba a escasos 6 metros del suelo por donde a través de un pasillo descendente y no más de 1,60 de altura tenías que recorrer unos 100 metros hasta llegar a la cámara del Faraón que no tendría más de 30 metros cuadrados (la entrada me costó 10 Libras, unas 500 pts). Menos mal que la rampa tiene a mitad de trayecto una zona llana de unos dos metros de altura donde te puedes estirar. Prácticamente no hay nada dentro de las pirámides, ni pinturas ni grabados, si acaso se divisa mientras bajas, algún que otro pasadizo o cámara lateral y en la del Faraón tampoco había nada; ni el Sarcófago. La verdad que para los que tuvieran un poco de claustrofobia, no era muy recomendable que digamos; por el mismo pasillo que bajabas, la gente subía, con lo que la sensación de agobio era mayor.
De aquí nos dirigimos a la Esfinge y su templo. Como las pirámides están en una planicie no se ve la Esfinge que está a escasos 400 metros, en cambio desde ésta sí que se ven las pirámides.
Una vez vista la Esfinge y hacernos las correspondientes fotos de rigor nos dirigimos al Instituto de Papiros donde vimos como los hacen y compramos algunos. Comimos ese día en el hotel, esta vez en un bufete americo-egipcio y después fuimos en taxi al Khan-el-Khalili. Dicen que en este gran zoco de El Cairo se puede encontrar todo lo que hay en África, ahora bien, toda una odisea para ir. Cogimos un taxi con nuestros amigos Leo y Fátima, no sin antes pactar el precio: 15 Libras, unas 750 pesetas y la verdad, fue toda una experiencia ir en taxi por El Cairo, parece que estás en un parque de atracciones con continuos sobresaltos y encima al taxista le faltaba una pierna. Una vez en el Zoco no sabes qué comprar, oro, plata, candelería, papiros...fuimos a la tienda de Jordi (todos los españoles van allí) y nos quedamos sorprendidos de todo lo que tenía y de los precios; es la única tienda en la que no puedes regatear, nos invitó a unas coca-colas y nos estuvo enseñando todo lo que tenía. Recomiendo a todos los que valláis al Jalili lo visitéis ya que tiene unos precios muy buenos. Tras comprar algún que otro regalo, estuvimos prácticamente toda la tarde en el Jalili (que es como se pronuncia) a continuación fuimos de nuevo al hotel puesto que por la noche iríamos al restaurante Felfela a cenar. Cogimos el servicio de taxis del hotel al que ellos llaman "limusinas" que no son más que coches modernos conducidos por personal del hotel muy agradable. En el restaurante comimos platos típicos de la cocina egipcia: humus, falafel, shis-Kebap...y por supuesto cervecita Stella. Después a dormir que mañana nos queda el Museo Egipcio.
Domingo, 13 de mayo
Por la mañana a eso de la 9 nos dirigimos al Museo o mejor dicho al almacén egipcio ya que está todo en muy mal estado. Con decir que el guía tenía que llevar una linterna para enseñarnos algunas cosas, pero eso se suplía con la grandeza de todo lo que vimos y cómo no, el tesoro de Tut-ank-amon.
A continuación fuimos a ver la ciudadela de saladino y la mezquita de alabastro en la que las mujeres tendrían que cubrirse la cabeza en señal de respeto, al igual que los hombres que tendrían que ir con pantalón largo. La mezquita es enorme y preciosa. Estuvimos dentro donde nuestro guía nos estuvo contando cosas del Islam y la función de la mezquita en la sociedad árabe. Desde las afueras de la mezquita que está en lo alto de una colina se divisa una panorámica de la ciudad digna de ver: 16 millones de personas bajo una capa de polución que más parecía niebla. A continuación nos llevaron a comer a un buffet de turistas; aquí es donde peor comimos y seguidamente al hotel. Tomamos café en el hotel y nos fuimos mi mujer y yo a dar una vuelta por el Cairo, paseando por sus puentes y entre sus habitantes. El Cairo es muy distinto del sur del país, aquí apenas ves a gente con sus chilabas cuando en el sur es una constante. Compramos unos pasteles en una pastelería y fuimos de nuevo al hotel para cenar en un restaurante donde tenían organizado una fiesta alemana. Tras la cena fuimos a dormir; mañana de vuelta a España
A continuación fuimos a ver la ciudadela de saladino y la mezquita de alabastro en la que las mujeres tendrían que cubrirse la cabeza en señal de respeto, al igual que los hombres que tendrían que ir con pantalón largo. La mezquita es enorme y preciosa. Estuvimos dentro donde nuestro guía nos estuvo contando cosas del Islam y la función de la mezquita en la sociedad árabe. Desde las afueras de la mezquita que está en lo alto de una colina se divisa una panorámica de la ciudad digna de ver: 16 millones de personas bajo una capa de polución que más parecía niebla. A continuación nos llevaron a comer a un buffet de turistas; aquí es donde peor comimos y seguidamente al hotel. Tomamos café en el hotel y nos fuimos mi mujer y yo a dar una vuelta por el Cairo, paseando por sus puentes y entre sus habitantes. El Cairo es muy distinto del sur del país, aquí apenas ves a gente con sus chilabas cuando en el sur es una constante. Compramos unos pasteles en una pastelería y fuimos de nuevo al hotel para cenar en un restaurante donde tenían organizado una fiesta alemana. Tras la cena fuimos a dormir; mañana de vuelta a España
Lunes, 14 de mayo
Nos levantamos a eso de las 5 de la mañana, desayunamos y cogimos el autobús hasta el aeropuerto donde saldría el avión a eso de las 10 de la mañana aunque se retraso un par de horas. Sabíamos por otros, que en los bancos del aeropuerto no cambiaban las libras egipcias sobrantes por dólares o moneda europea y canjeable en España, con lo que el último día apenas nos quedaban libras. Hubieron compañeros de viaje que se tuvieron que "comer" unas 20.000pts al cambio, aunque pudieron gastarlas en las tiendas que estaban abiertas en el aeropuerto. Para los que tengan pensado ir: calcular el dinero que os vais a gastar sobre todo los últimos días ya que es preferible que, si por ejemplo tienes un billete de 50 ó 100$ y necesitas dinero para el último o penúltimo día, saquéis lo justo en un cajero con una Visa, porque de lo contrario os tendréis que gastar esos 50 o 100$. Bueno, al menos eso hice yo y me fue muy bien.
En el aeropuerto nos tuvieron esperando dos o tres horas sin que nadie nos dijese nada: ni a qué hora salía el avión ni nada de nada. Si preguntabas en la oficina de información; tampoco sabían nada, hasta que al final y tras el pertinente control de pasaportes embarcamos en dirección a casa. Alicante.
En resumidas cuentas. Egipto tiene algo mágico que engancha: sus gentes, sus aromas, sus colores, ese Nilo al atardecer visto desde la cubierta del barco mientras estás navegando, esos monumentos en los que al pasear por ellos se te dispara la imaginación y piensas que al doblar la esquina vas a ver al Faraón, su comida, en fin, que tiene algo especial y espero en un futuro próximo volver con mi mujer. Espero que muy próximo.